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"Los Encuentros"

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Arakan Howless
Edward Lytrell
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Mensaje por Admin Jue Mar 09, 2017 4:35 pm

Misión 0 - Los encuentros
Floryel había salido por la tarde a visitar al grupo de sacerdotes que, junto a ella habían intentando conseguir a gente para combatir al gran ente Grandorok. Sus esfuerzos dieron los frutos de conseguir a varios aliados para su comanda. Por suerte había oído que eran los mejores y algo entre los libros decía que su corazonada de que lo eran no era en vano. La albina se acercó a las escaleras oscuras iluminadas levemente por la bola de luz que la seguía. Floryel no se andaba con rodeos y una vez en los calabozos mágicos del castillo de una palmada todas las bolas arcanas de luz se encendieron dando lugar a la visual de los calabozos. El lugar era amplio y cubierto de madera de roble. En las paredes del fondo se alzaban grandes estanterías llenas de libros, todos en blanco a no ser que tuvieras la experiencia en el mundo arcano o divino digna de los sucesores de los dioses. En contra posición grandes jaulas rodeadas de fuego arcano, solo quien sabe conjurar contra el fuego podría pasar de la jaula.

La sacerdotisa se acercó al grupo de personas que había reunida junto al gran altar al Dios Kalum, el protector de la capital. Al percatarse de la presencia de la líder del grupo los miembros se giraron lentamente y con ademán de cabeza la saludaron. Ella devolvió el saludo y giró su cuerpo hacia las jaulas, las cuales no estaban vacías. -Hemos logrado alcanzar a estos, Sacerdotisa Floryel, abrirán los ojos sin conocer el porqué de su pequeño viaje a los calabozos mágicos del castillo real, pero lograrás explicarles bien cuando despierten... La historia fue implantada en sus cabezas con el sueño morundo- Explicó uno de los más ancianos del grupo y Floryel asintió lentamente acercándose a las jaulas con las manos a su espalda. Los miró uno por uno metiéndose en sus mentes mientras dormían, viendo lo que cada uno soñaba. Tal y como esperaba ver. De un leve soplo de aire provocó que el fuego arcano desapareciera y consigo las puertas de la jaula se abriesen, dando por terminado el sueño de los elegidos por Floryel.

-Buenas noches queridos, por favor, levántense- La voz de Floryel hizo que despertasen todos a la vez, desorientados y con millones de preguntas en su cabeza. Delante de ellos apareció una mesa con comida, agua y las armas de cada uno. -Siento los modales bruscos de mis amigos... Pero ya sabrán del tema que nos concierne... Me llamo Floryel, la Sacerdotisa Real y mano derecha del Rey. Tal y como habéis soñado, vuestras dudas sobre nuestro Rey son ciertas, por eso estáis aquí, para devolver al ente maligno de donde salió- Explicó la mujer delante de ellos -Pero deben ayudarnos a explicar lo difícil que es la situación del reino a otros elegidos como ustedes- Dijo nuevamente girándose hacia ellos. En ese momento, desde las escaleras bajaron otro grupo de personas que tras pasar por la puerta, ésta desapareció por completo siendo una extensión de la pared completamente. No había salida. Todo el mundo sabía que incluso una explosión de fuego Vandork no podría destruir las paredes de aquel lugar.

Todos se quedaron anonadados por el encuentro tan raro que estaba pasando. -Por favor tomen asiento- Dijo mientras aparecía una larga mesa de madera llena de comida y bebida. Al principio de la mesa se sentaron todos los sacerdotes y en un lado los que estaban en las jaulas y al otro los recién llegados. -Como podréis ver, todos aquí sois extraños por completo, pero a partir de hoy deben ser algo mucho más que eso. Deben juntarse para ayudarse, a ustedes... al Rey... y al reino. Aquí somos algunos muy devotos y otros muy poco devotos... Pero estamos aquí para salvar sobre todo a nuestro Rey- De repente algunos saltaron en habladurías y que aquel tema era estúpido. Pero Floryel de un pequeño golpe con su tacón en el suelo hizo silencio. -Gracias, nadie es más devota que yo en estas cosas... Todo el mundo me conoce y he servido durante muchísimos años a nuestros reyes y dioses, pero quien está sentado ahora mismo en la silla real no es nuestro Rey.. sino el gran ente maligno que fue encerrado hace muchos años... aprovechándose de la debilidad y desgracia de nuestro Rey- Floryel estaba muy seria y su fama la tenía como alguien que nunca mentía ni se tomaba nada en broma.

La sacerdotisa se fue hacia el principio de la mesa sentándose en la silla que la presidía. Los sacerdotes alrededor de Floryel murmuraban varias palabras mientras frotaban algunas cuentas de sus collares. La albina los miró a todos uno por uno diciendo sus nombres en voz alta. -Si queréis que no vuelva a pasar como la Batalla del Miedo quédense sentados y sigan comiendo, quien no quiera ser parte de la liberación de nuestro mundo de ese ser maligno puede levantarse y salir por la puerta y se le borrará completamente la memoria y no sabrá nada sobre nosotros- Con eso terminó su discurso y tomó su copa y bebió un poco con tranquilidad, esperando desde el fondo de su corazón que nadie se levantase de aquella mesa y se quedaran a ayudar al reino, ya que sin todos los elegidos flaquearían completamente el poder de la Gran Joya.
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Mensaje por Xanaphia Amakair Jue Mar 09, 2017 5:25 pm

Misión 0 - Los encuentros
Xanaphia estaba en su casa preparando la comida ya que volvían de la caza sus hermanos mayores. Eran grandes cazadores y sabía que alguna que otra vez eran llamados por el Gran Rey para que lo acompañasen junto a otros grandes cazadores de la región en las cacerías para reestablecer las provisiones del reino. Cuando la morena terminó de poner la mesa se fue rápidamente hacia su cuarto y se puso el vestido rojo que le había dejado su madre, la ocasión lo pedía. Cuando la puerta sonó abrirse bajó rápidamente pero la imagen que le esperó delante de sus ojos hizo que se quedase sin aire. Solo uno de sus hermanos entraba por la puerta muy mal herido, junto al sacerdote Frey. Aquello solo pasó una vez diez años atrás y fue para anunciar la muerte de sus padres. Xana negó rápidamente y salió corriendo de la casa entre el sacerdote y su hermano Glyne para buscar a su otro hermano Jack, pero vio lo que no quería ver. Una carreta con un ataúd de madera de roble.

La joven castaña cayó al suelo comenzando a llorar. Glyne se acercó a su hermana y la abrazó, entonces Xanaphia notó que el brazo de su hermano estaba bastante duro y al inspeccionarlo bien notó que el brazo de su hermano y parte del pecho eran metálico. -¿Pero qué os ha pasado?- Preguntó entre lágrimas y se abrazó a su hermano con fuerza. Glyne cogió en brazos a su hermana y tras agradecer al sacerdote que diera la bendición a su hermano fallecido entró en la casa. El sacerdote antes de irse le entregó un obsequio para la joven, con ello podría acordarse de su hermano Jack cuando quisiera. Glyne asintió lentamente ante el obsequio del sacerdote y sentó a su hermana en una de las sillas. -Xany cariño... Necesito que me escuches completamente y no digas nada hasta oírme ¿vale?- Preguntó mirándola a los ojos y su hermana asintió mirándole con los ojos rojos por el llanto.

-Los rumores de que el Rey quiere cambiar las leyes es verdad... Shs hs sh sh... cállate un segundo y no empieces con las tonterías que decía papá... Fuimos a una supuesta caza, pero no era para cazar jabalíes ni osos... Eran cazas de razas... quería que cogiéramos a gente para ponerlas de esclavas para las nuevas construcciones... Todos nos negamos a ello y comenzó a atacarnos con bestias... Cosas extrañas... Jack murió delante de mis ojos Xanaphia... ¿Crees que blasfemaría de nuestro Rey por una mentira?- Los ojos de su hermano mostraban el dolor y las ansias de venganza. Se dice que la mirada es la ventana a nuestras almas y así era. Xanaphia sabía que su hermano nunca bromeaba con asuntos familiares... Y menos ahora que sabía que su hermano Jack había muerto a manos del Rey que había seguido por tantos años. Su corazón dio un vuelto y su hermano le dio el obsequio del sacerdote y se fue a la gran biblioteca de la casa para preparar el funeral de su hermano bajo la tradición familiar.

En cuanto se puso la diadema una sensación de sueño la inundó por completo y cayó a un lado de la mesa. -Cuidad de ella por favor... Por culpa de no pensar como debía me he quedado lisiado para toda mi vida... Espero que ella pueda entender los motivos de porqué nuestra familia aceptó el trato...- Dijo su hermano. El sacerdote estaba delante de Glyne y solo lo vio asentir mientras iba a por la joven. Glyne y Jack habían sido contactados para la rebelión y su misión fue hacer que Xanaphia viera pruebas de la verdad, pero por errores Jack perdió la vida y Glyne se quedó manco. Xanaphia soñó todas las pruebas de que el Rey no era quien decía ser, su alma había sido arrancada de su cuerpo y había sido suplantado por el ente oscuro. Cuando despertó vio que estaba en una sala con varias personas más ¿dónde había despertado? Los demás a su alrededor se levantaron al igual que ella -¿Qué hacemos aquí? ¿Porqué nosotros?- Pero ante aquella pregunta una puerta se abrió de golpe. Xanaphia se subió un poco la falda y comenzó a andar por aquella puerta.

Al bajar vio a más gente alrededor suya, no sabía qué hacía allí ni lo que pasaría después, pero si reconoció a la Gran Sacerdotisa Floryel. Al verla hizo una pequeña reverencia y luego la miró al hablar, pero al ver que los invitaban a sentarse a la mesa que había aparecido de repente. Ella se sentó y justo delante había un joven que la miraba fijamente con algo de superioridad, pero ella no dudó en levantar el mentón para no rebajarse ante él. Acto que provocó una sonrisa en el joven frente a ella. La Sacerdotisa Floryel comenzó a hablar al igual que lo había hecho su hermano Glyne , al recordar que aquel “ente” como lo llamaban todos era el que había provocado la muerte de su hermano. Las lágrimas salieron lentamente de sus ojos y bajaron por sus mejillas. Floryel invitó a la gente a irse si lo deseaban. Ella no se levantó y agarró un colgante dorado con la mano y cerró los ojos. -Lo haré por mi hermano... Y para que nadie sufra lo mismo que he sufrido...- Dijo la joven levantándose de la silla e hizo una reverencia. Lo que hizo que la sacerdotisa cerrase los ojos y de un brillo Xanaphia estaba con su armadura y su espada junto a ella, por fin lucharía por la luz.
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Mensaje por Edward Lytrell Jue Mar 16, 2017 1:04 pm

Misión 0 - Los encuentros
Edward estaba en la biblioteca de su familia leyendo algunos de los libros que su abuelo había escrito años atrás. Tal se conocía a su familia por ser los que jugaban con la magia, no lo ocultaban como la mayoría de los que jugaban con la muerte a su antojo. Abrió un libro que comenzó a leer en voz alta, la antigua lengua de los nigromantes. Edward estaba bien metido en el tema del ente maligno e investigaba día y noche cómo es que pudo salir de ahí. Su abuelo había fallecido junto a los demás nigromantes que vigilaban al ente en su prisión en la cárcel prohibida. Siempre pensó que aquello no había sido por la negligencia de nadie. De repente una mano pasó por delante suya y le apartó el libro, otra elfa oscura estaba parada delante de él semi desnuda. Cogió el libro y lo cerró dejándolo en una de las mesas. -Pequeña, estás jugando con fuego- Dijo Edward mientras acercaba sus labios al oído de la contraria mientras sus grandes manos se posaban en la cadera de la elfa. -Sabes que no repito en el mismo día- Susurró y la giró para empujarla levemente tras darle un azote en el trasero.

La elfa le hizo un corte de manga en la puerta. -Pues vendré dentro de un par de días- Tras el guiño que decía “adiós” dejó a Edward solo en la biblioteca, como casi siempre había estado. Huérfano a los 2 años, se había criado con sus abuelos. Bueno, solo con su abuela ya que su abuelo se pasaba casi todo el tiempo vigilando a los entes oscuros más peligrosos del universo. El drow miró a su alrededor pasando la yema de sus dedos por encima de las estanterías enormes que se alzaban a cada lado de él. -¿Cuántos años son ya?... 270... 275... Ah no... Que ya he cumplido los 280... Que tonto soy- Hablaba consigo mismo mientras miraba los títulos de los libros “Años 0 al 10”, “Años del 11 al 20”... Eran todos los libros sobre el crecimiento de Edward, cada momento de su vida, para no perder detalle de ello. El como se fue convirtiendo de un niño amable y bondadoso a lo que era actualmente ¿Sus padres se sentirían orgulloso de él? … ¿Qué importaba? Ya estaban muertos no iban a importarle... Llegó al fondo de la sala y vio un gran retrato de una familia. Sus abuelos, sus padre y él recién nacido sonriendo en los brazos de su madre.

A quién quería engañar... A veces quería morir y enfrentarse a los ojos de su madre. Quería que si algún día se encontraba con ellos en el más allá, su madre lo mirase con orgullo, con amor. Poco había sentido el amor maternal aunque su abuela lo intentó. En la escuela nigromante siempre era la burla de todo el mundo, siempre el objeto de chistes y bromas sobre muertos. Y sí, muchos tenían razón, Edward estudió nigromancia por si algún día pudiera volver a traer a sus padres a la vida. Pero sabía que todo tenía un precio y cambió de parecer al poco de comenzar a estudiar. El Rey cometió el error de revivir lo que debería estar muerto y pagó con su alma. -No defraudaré a nadie... A nadie más- Se giró y fue a paso rápido hacia su habitación. Cogió el pergamino que le habían asignado y salió de su casa tras despedirse de su abuela y desearle los buenos días. De repente una persona se paró enfrente de él y lo miró fijamente a los ojos. Era su antiguo maestro que siempre lo había visto más como un arma que dañaría al mundo que a alguien que pudiera salvarlo.

-Buenos días Maestro... ¿qué maldición me echará hoy?- Preguntó un poco guasón mientras cruzaba sus brazos sonriendo. El anciano no dijo nada, solo pasó por al lado suya y le dio una palmada en la espalda. Aquello le pareció muy extraño a la par que desconcertante. Giró sobre sus propios pies y lo miró irse entre las sombras, algo pasaba. Negó con la cabeza lentamente y siguió andando hasta un bosque oscuro. No eran como los bosques que había arriba, en la superficie, todo lo que ahí había eran sombras que proyectaban lo que arriba se veía. Todo inexistente, como los propios drows... Elfos oscuros que solo los más sabios en la superficie conocían de su existencia. Marginados bajo tierra, marginados del exterior puro que se alzaba sobre sus cabezas. Muchas veces se preguntaba porqué realmente sus antepasados bajaron para apartarse del mundo. A lo mejor el mundo que creían puro allá arriba era peor que cualquiera. De repente una silueta blanca apareció entre las sombras de los árboles, pasando a través de ellos lentamente. -Sígueme joven Lytrell- Aquella voz era la misma que en sus sueños, por lo que no dudó en ir tras ella.

Cuando menos quiso darse cuenta estaba en el suelo frío del bosque sombrío, soñando con la verdad que ya conocía, pero que esas imágenes daban credibilidad a lo que él pensaba. Tras eso soñó un mundo donde viera alguien tan puro que un pudiera verse corrompido por la oscuridad. Una silueta femenina estaba postrada delante de él, mirándole como si le conociera. -Corre chico listo... y recuerda siempre- Al acabar la frase despertó en los calabozos mágicos del castillo. Asombrado, se fue levantando mirando a su alrededor, era un sitio que su abuelo le describía tal y como era. Asombroso, maravilloso, extraordinario... Eran los adjetivos que más se asomaban a la cabeza de Edward. Cogió las cosas que le dieron y sin prestar atención a lo que la sacerdotisa decía se acercó a los libros, todos ellos con saberes que nadie imaginaría. Un escalofrío hizo que se girase con rapidez. Llegaba un grupo de personas por una puerta que, anteriormente no estaba allí, llamó la atención al joven Drow, sobre todo aquella chica castaña.

Las palabras de la sacerdotisa solo hicieron eco en su cabeza. Sus pensamientos estaban en su sueño y en la chica que acababa de entrar. Se sentó cogiendo la copa que se alzaba delante de la mesa que recién había puesto la sacerdotisa. No estaba asombrado por aquello ya que su abuela utilizaba ese hechizo para poner la mesa cada vez que comían. Con solo pensar en qué quería beber un líquido morado oscuro apareció en la copa y miró fijamente a los ojos de la castaña. El gesto que hizo la joven humana hizo que soltase una risa ¿acaso pensaba que la estaba desafiando con la mirada? Él miró a los ojos castaños que tenía enfrente que a las palabras de Floryel comenzaron a llorar. Ahí estaba la pureza que tanto había buscado en un mundo lleno de oscuridad. Pero por no hacer caso a las palabras de Floryel no se dio cuenta de que dijo que tendría que ir ellos, por lo que ante las palabras de la chica Edward se levantó. -Yo no voy al frente- Negó rotundamente.

Se giró de nuevo con rapidez haciendo que parte de su gabardina sonase contra la silla y se dispuso a irse. -No he venido a una misión suicida querida Sacerdotisa, cuando necesiten una mente inteligente me avisan de nuevo, pero a la batalla nu*- Su frase se vio interrumpida por el muro delante de sus narices. Era una ilusión, una puerta falsa. -Que lista eres, pero yo soy más listo Floryel- Se giró nuevamente con rapidez mirando a la Sacerdotisa que se reía disimuladamente. Su frente comenzó a ponerse un tanto roja por el golpe. La ilusión era para todo el mundo. Nadie excepto quien se unía a la causa veía la puerta real, en la pared contraria a donde estaba Edward. Pero quien no aceptaba veía puertas donde había pared. -Es un truco fácil, hay que ir más rápido, juego de niños- Y así fue, Edward cogió un poco más de distancia y se abalanzó sobre la “puerta” que, de nuevo, era un muro de cemento. Con lo que, obviamente, se golpeó por completo cayendo al suelo algo adolorido. “Pues no era el hechizo que yo creí” Pensó para sí mismo.
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Mensaje por Arakan Howless Jue Mar 16, 2017 5:51 pm

Misión 0 - Los encuentros

Una figura oscura acechaba entre las sombras, protegida por el manto de la oscuridad de la noche. Arakan, conocido en su gremio como Aullido Sombrío, estaba de caza.
Entre las sombras, sus ojos brillaban con el ansia de rebanar el cuello a su presa, ardía en deseos de acabar con él como sólo un animal sería capaz de sentir tras haber detectado un intruso en sus dominios.
Aquella noche, sólo estaba tomando un primer paso. Era sólo el inicio de un trabajo que a pesar de no estar lo remunerado que él quisiera, lo había aceptado de buena gana más por asunto personal que por el dinero de la recompensa.
El licántropo tanteó el terreno, se fue acercando poco a poco al edificio, donde, un gordo señor canturreaba borracho junto a varios fuertes y ágiles guerreros. No pudo hacer otra cosa que sonreír al ver semejante escena, sus ojos color miel emitieron un destello.
Aquel pobre y gordinflón borracho, era un noble de poca monta al que le habían enviado a matar, ya que al parecer debía dinero a alguien de "más arriba", y no precisamente poca cantidad.
Tras dos o tres horas, el noble abandonó la sala como pudo con ayuda de su fiel servidor hasta llegar a su habitación, mientras que el resto de soldados también decidían descansar. Una vez todos acostados, Arakan se infiltró en la casa y desenvainó su cuchilla, listo para dar muerte al gordinflón. Se mantuvo así unos segundos, pero al final aquella noche decidió no terminar con su trabajo, todo resultaba demasiado sencillo, no tenía interés en una labor así. Necesitaba más acción, y por eso, a la mañana siguiente, lo primero que encontró el hombre adinerado fue la cabeza cortada de su guardia más leal.

Tan sólo un par de horas le llevaron al ceboso y aterrorizado hombre el ir al pueblo en busca de nuevos acompañantes. Arakan le seguía la pista, observaba todos sus movimientos desde los callejones del poblado, deseando que un verdadero reto apareciese ante él.
De repente, algo pareció captar su atención y se levantó en alerta. Notó como alguien lo había reconocido y lo buscaba. Intentó huir, pero sólo unos segundos bastaron para que al doblar la esquina, se encontrase de frente con lo que parecía un poderoso monje, que nada más tocarle la frente le hizo caer en un profundo sueño. Soñó con el Rey y el ente maligno, en su mente, las imágenes que demostraban una realidad oscura aparecían una detrás de otra.

Arakan se levantó sobresaltado del sueño. Miró a su alrededor, intentando encontrar una explicación y analizar la situación. No sabía nada, a excepción de que por lo que se veía lo habían atrapado. Intentó buscar alguna referencia del tiempo o el lugar, pero al estar bajo tierra no consiguió sacar nada en claro. Fue a incorporarse en la jaula cuando de repente entró un grupo de gente en la habitación y el fuego que cubría su jaula se desvaneció, dejándolo completamente libre.
Poco a poco salió de la jaula, sus sentidos a flor de piel, en una alarma generalizada. Una pícara sonrisa apareció en su rostro según la gran sacerdotisa del rey se presentó delante de él y un pequeño grupo de personas, entre los que, increíblemente, consiguió identificar a la muchacha que se encontró en el mercado hacía poco tiempo, pero aquello no importaba. ¿Quién le diría que alguien de su calaña algún día sería llamado por Floryel? Cualquier cosa que ella dijese le dejó de importar tan pronto como hizo aparecer la mesa con comida y bebida y empezó a hablar sobre una misión y salvar el Reino.
Agarró un par de mendrugos de pan y esperó a que su copa se llenase de un buen vino para comer. Pensaba disfrutar del inesperado banquete cuando de repente escuchó las palabras de la sacerdotisa sobre la Rebelión. En su opinión, aquello era un tema que no le importaba, siempre se había mantenido al margen de cualquier política de su reino y él tenía claro que aquello debía continuar así, la política era para los necios y los nobles Soltó entonces la copa y la comida en su sitio y respiró hondo.
-Vale. Venga no. -Dijo levantándose rápidamente de la mesa- Ahora si me lo permiten, me gustaría completar un trabajo que tengo pendiente...No tengo tiempo para cruzadas imaginarias...tengo un trabajo de verdad que atender -Comentó echándole una rápida mirada desafiante a la sacerdotisa mientras avanzaba hacia la puerta. Según terminó la frase y fue a abrir la puerta para salir, se dió de bruces contra el frío y duro muro de la habitación. Se echó las manos a la cara, dolorido, una fina línea de sangre comenzó a descender por su bigote, pasando por la boca e intentando llegar a la barbilla.
-Maldita sea...- farfulló maldiciendo el engaño.

Arakan Howless
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Última edición por Arakan Howless el Sáb Mar 18, 2017 2:47 pm, editado 6 veces

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Mensaje por Maddie Vie Mar 17, 2017 2:30 am

Misión 0 - Los encuentros


Madeleine seguía huyendo, corría por los senderos para adentrarse en el bosque, sabía que allí era muchísimo menos probable encontrarse con humanos. Mantenía su mano derecha sobre su colgante, aferrándose a lo único que tenía de recuerdo de su vida anterior a la transformación.
Sabía que aunque quisiera no podía mirar atrás, no podía quedarse cerca de ningún pueblo, necesitaba escapar de la humanidad.

En su mente, todavía estaba reproduciéndose los recuerdos de la terrorífica caza que había sufrido: un grupo de hombres la persiguieron y la atraparon con la idea de usarla como esclava. Paralizada por el miedo, solamente se acurrucó en una esquina de la jaula donde la llevaban. Los hombres se adentraron en una pequeña ciudad, y allí fue donde su mirada llena de pánico se cruzó con aquel hombre. Un hombre duro, que ya fuese por casualidad o por otra fuerza mayor, la sacó de su cautiverio. La guió por algunos callejones antes de abandonarla allí, en una de las callejuelas del mercado de aquella ciudad desconocida. Tras unos minutos allí, empezó a moverse por el mercado, robando algo de comida de los puestos y luego abandonó la ciudad, dirigiéndose hacia el noreste, su plan era continuar por los bosques sin encontrarse a nadie hasta que llegase al lugar más recóndito del reino.

Una vez en el interior del bosque, descansaría unos días en una pequeña caverna que había encontrado, antes de continuar su marcha hasta el fin de los territorios habitados, aunque primero necesitaría intentar encontrar comida o cazar algo, cosa que todavía a pesar de todo llevaba bastante regular. Allí, en la entrada de su caverna, sería donde un mediodía mientras volvía con algo de madera para hacer una pequeña hoguera, vería en la entrada a un siniestro encapuchado. Fue a emprender la huida una vez más antes de que aquella cosa la descubriera, pero según dio la vuelta a una roca, se encontró de bruces con él. Asustada, empezó a llorar e intentó zafarse, pero el encapuchado murmuró unas palabras y tras aquello, no recordaba nada, del mismo miedo había caído inconsciente.

Cuando recuperó la conciencia estaba en una sala con algunas personas más. Las miró asustada, no sabía exactamente cómo interpretar todo lo que había sucedido allí. Parecía que no le iban a hacer daño, así que según el grupo de personas empezó a bajar por unas escaleras, ella muy despacito les comenzó a seguir, mirando alrededor con mil ojos. Según descendía por las escaleras, contempló la nueva habitación. Allí había otro grupo de personas, y según comenzó a observarlas una por una, se dio cuenta que su salvador estaba allí. Levantó ligeramente la mirada y una tímida sonrisa apareció en su rostro. Ver aquella cara "conocida" le recomfortaba, a pesar de que sólo había compartido con aquel huraño cinco minutos, los suficientes para ella para cogerle cierto apego tras la situación vivida. También en aquella sala, había una mujer que le llamó muchísimo la atención, era la suma sacerdotisa Floryel. A los ojos de Madeleine, parecía una diosa, vestida con aquellas ropas parecía emanar un aura puro y lleno de luz. En su mente, deseó por unos segundos que alguna vez llegase a parecerse a ella, tan brillante, tan guapa, tan llena de bondad.

Según apareció la mesa repleta de comida, rápidamente cogió asiento y empezó a devorar la comida, estaba hambrienta desde hace días, pero aquello no quitó su atención por la historia que empezó a narrar la sacerdotisa. Toda aquella historia hacía que algún que otro escalofrío recorriese su espina dorsal, no le gustaba nada la idea de que un ente malvado tuviese el control sobre el Rey, alguna que otra vez había escuchado a su abuelo hablar de lo bueno que era y de cómo en el pasado benefició a su pueblo y a los cercanos tras una época de malas cosechas. A pesar de no entender todo, ella sabía que tenía que unirse a aquella Rebelión, pero su miedo a lastimar a otros le decía que rehusara de ello y siguiera su camino del exilio. Se quedó petrificada en su asiento, sin decir ni una sola palabra, ocupada con su enfrentamiento interno.

Cuando vio lo sucedido al extraño elfo y a su salvador, que se dirigieron muy firmes y muy dignos hacia la pared para chocarse contra ella, emitió una pequeña risita mientras agachaba la cabeza y se tapaba la boca con la mano, nadie podía contradecir que aquello había sido gracioso.

Madeleine Clarzeth
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Mensaje por Thenidel Hikari Sáb Mar 18, 2017 12:22 pm

Misión 0 - Los encuentros
Thenidel salió de la sala, todavía con lágrimas en sus rojizos y flameantes ojos. La sala daba al largo pasadizo que llevaba a la salida del pozo; luego tendría que escalarlo, pero eso no importaba. No después de la muerte de Tulio, su querido maestro. Cada paso que daba hacía que el siguiente se alejara más de él y, por tanto, doliese más, como si el mismo camino estuviera llenos de cuchillos cuyo veneno trastocaban su mente.

Ya recorridos unos metros, unos flashes en sus ojos le recordaron los maravillosos y nostálgicos momentos con él. Éste recuerdo se veía borroso y sin apenas color, miró sus manos y en ellas había un bastón de madera. Cuando miró hacia adelante, Tulio le golpeó en la cabeza con uno semejante y ella cayó al suelo, se tocó la mejilla y tenía una herida que sangraba levemente. La miró entre preocupado y severo. -Mal, muy mal. Todavía tienes que practicar mucho- en estos momentos, Tulio ya era viejo. De hecho, Thenidel nunca supo cómo era su jovial rostro años atrás, cosa que le habría gustado.

Pasó por unos estrechos y húmedos pasillos de roca, desiguales y por los que parecía que nada podía pasar, pero ella ya lo había hecho varias veces. Estaba tan destrozada que, sin ganas, tropezó levemente y se tuvo que agarrar a la que ella sabía que estaba afilada piedra del final del estrecho túnel. Dio un grito ensordecedor, y justo otro destello le dislumbró su trastornada mente, llevándola a otro de sus recuerdos pasados.

Ahora no veía nada, pues sentía que tenía los ojos cerrados y húmedos, como si hubiera llorado. Y era así. Se sentía sin ningún tipo de carga, desnuda. Su trasero y sus... ¿manos? Da igual, ambos estaban fríos como el más gélido hielo. Cuando abrió los ojos, cayeron varias lágrimas, trasparentes pero rojizas, como si trozos de sus ojos cayeran contra la lisa piedra sobre la que estaba sentada. Pero no era ella. O tal vez sí. Su cuerpo, era el de un zorro, y se sintió impura por ello. Ella sabía qué recuerdo era ahora. Una mano se acercó por su izquierda y la base del dedo índice de su maestro Tulio se puso bajo su mentón, e hizo que Thenidel le mirase. Sus ojos azules, su pelo poco abundante pero largo y de punta, sus cejas quemadas por la alquimia que practicaba, las arrugas de edad y cansancio reflejadas un su más pura y feliz semblante... Era él, y era perfecto. -¿De qué te avergüenzas, Theni? Ser una metamorfa no es más que ser un ser más acercado a la natura, y por tanto a la luz-
-No lo entiendes, viejo loco- estaba realmente cabreada- El zorro es el animal más rastrero e impuro del mundo. Roba, engaña, no es más que un buitre terrestre que arrasa con todo.
Tulio sonrió -Quiérete, y no te mientas, pues eso no te hace más que llenar tus sentimientos de oscuridad y malicia -acarició a Thenidel, y ella bajó sus orejas entre lágrimas- Y ya sabes que sólo los locos aceptan a la oscuridad.

Thenidel miró sus manos, ensangrentadas y agujereadas por la afilada roca, pero eso tampoco importó. El dolor no era externo, si no interno. Y a cada paso que daba se hacía más agudo, pero más grave. Miró hacia arriba, había una brillante luz separada por un trozo de madera en medio que por un momento casi la dislumbra. Miró su tobillo, pues sentía un dolor punzante y también tenía un pequeño corte. Puso su mano derecha en la herida, y se dio cuenta de que estaba temblando muchísimo. Una luz se escapó de entre sus dedos, y al separar la mano las heridas tanto en el tobillo como en la palma de su mano desaparecieron, como si hubieran huido de la luminosidad que emergió de su mano. Entonces, se dispuso a trepar. Empezó con la mano izquierda, y se aferró fuertemente a la piedra. Luego su compañera la derecha la siguió con una diferente, y luego sus conocidos los pies. Cuando su cuerpo ya estaba suspendido, subió sus manos cambiando de piedra hacia arriba, y así varias veces hasta que llegó casi al final. Ahí, varias se desprendieron y dio lugar al último flash; al que ella conocía muy bien.

Su maestro estaba recostado sobre una piedra lisa y alargada, con las manos sobre el estómago. Estaba pálido, apenas tenía pelo y las arrugas eran tan profundas que, al proyectar una sombra tan ahonda, parecían telas negras sobre su rostro. Recordaba esto, pues no había pasado ni media hora. Era la muerte de Tulio. Ella estaba llorando, pues no sabía qué otra cosa hacer. -Theni, cariño. Acércate, ¿quieres? -y así lo hizo -Estoy orgulloso de ti, has mejorado mucho. Eres ahora una fiel seguidora de lo correcto, de la Luz. Ahora, como ya te he dicho muchas veces... ve a conocer mundo. Transmite lo que yo he hecho, pues si no lo haces el mundo no conocerá a los guardianes del bien y se sumirá en una oscuridad perpetua -tosió varias veces, y cuando parecía que iba a decir algo más, exhaló su último aliento de agonía. Thenidel gritó su nombre, y rebotó sobre las paredes de la cueva, pero allí nadie la iba a escuchar. Ahora estaba sola.

Al fin llegó y subió las paredes del pozo. Ella estaba ensimismada, pensando en los únicos tres momentos tristes con su maestro, pues los demás estaban repletos de rayos de sol. Alzó la cabeza sobre el muro y, aunque no lo esperase, vio un sonriente hombre rubio vestido de blanco. Éste se acercó y, aprovechando que Thenidel tenía las manos ocupadas, le dio un toque en la frente después de soltar un "pup" que hizo que hizo que cayera en un profundo sueño y se precipitara por el pozo, a más de ocho metros de profundidad. Despertó en unas jaulas, un sitio extraño para ella. Sabía lo que eran gracias a su maestro, si no no tendría ni idea. Había soñado con cosas que su maestro le enseñó como Seguidor de la Luz; el rey había sido poseído por un ente maligno que había sumido a todo el país en la mas oscura penumbra, y una pequeña rebelión estaba dispuesta a ayudarle a ver la Luz. Quería ayudar, lo necesitaba. Por muy poco que fuese.

Solo cuando las jaulas de fuego desaparecieron, una sala con un pequeño grupo de personas, donde resaltabas tres hombres, una elfa semi desnuda vestida de verde y una sacerdotisa brillante se dejó ver. Detrás de ella, había una estatua de Kalum, como la que había en el cuarto de su difunto maestro. No dudó en ir hacia allá, y rezar, mientras lloraba disimulada y lentamente. Las palabras de la famosa sacerdotisa, que según la descripción de su maestro era Floryel, brotaban de su boca mientras ella hacía lo mismo, pero a un ente mayor que a un grupo de personas; Al Dios de la Luz.
Thenidel Hikari
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Última edición por Thenidel Hikari el Sáb Mar 18, 2017 4:21 pm, editado 4 veces
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Mensaje por Ragnar Mar Mar 21, 2017 8:40 pm

Misión 0 - Los encuentros
Era un día como otro cualquiera pero para Ragnar, días como este eran especial. Hoy era día de caza y él esperaba ansioso el día en que pudiera acompañar a su padre y su hermano en la partida. Aún no tenía la edad adecuada para aquello según su padre, pero su hermano ya había empezado a enseñarle a cazar en condiciones algunos días que se escapaban sin que los pillasen. Cada día que salían esperaba la llegada de los cazadores para ver qué habían capturado. Ya mismo llegarían a casa y Ragnar empezó a deambular por su imaginó pensando qué tipo de bestia habrían atrapado.
En aquel momento les vio aparecer en el camino y rápidamente bajó a la entrada para recibirlos, como siempre hacía, pero la alegría le duró poco esta vez cuando vio la presa del día.
-¿Qué es esto?- Preguntó asombrado sin creer lo que estaba viendo.
-¿Esto?- Concretó el padre señalando las jaulas. - Son la presa de hoy, hijo- Terminó con una risa.
-Pero… son … personas. ¡Nosotros no cazamos personas!- Ragnar no podía creer que su familia hubiera hecho aquella atrocidad y se dispuso a abrir las jaulas para que salieran. Al acercarse para la liberación, las personas encerradas empezaron a pedir auxilio. Se acercó a la primera jaula y pudo ver en el interior un grupo de niños que no podían aguantar las lágrimas y buscaban desesperadamente a sus padres.
-¿Por qué habéis hecho esto? ¡Esto no es lo que me habéis enseñado!- Gritó furioso contra su padre y éste respondió a su hijo dándole una bofetada en la cara.
-No vuelvas a hablarme así, soy tu padre, que no se te olvide jovencito. Y ahora calla y ayuda a tu hermano a guardar esto en el granero- No dijo nada más y se dirigió hacia los demás haciendo una seña para que acataran la misma orden.
Ragnar miró absorto a su hermano que no era capaz de mirarlo a la cara y mantenía la mirada hacia el suelo. Sabía loque había hecho y sabía que estaba mal.
-Torath … ¿Por qué? Todo esto va en contra de lo que me has enseñado-
-El rey lo ordenó- No pudo decir más
Su hermano mayor, al que tanto admiraba, era tan culpable como cualquiera y ni siquiera había intentado impedirlo. A Ragnar se le desmoronó el mundo sobre él por lo que estaba pasando en aquel momento y se negó a la orden de su padre. Éste, ante la negativa de su hijo, se dirigió hacia él.
-Harás lo que te diga, así que ayuda a guardar las jaulas- Se quedó mirándole fijamente.
-No- Respondió desafiante.
En ese momento empezó a sentir una fuerza en su interior que le resultaba familiar pero no sabía qué era.
-Ataca- Dijo una voz
Ragnar miró a todos los lados para averiguar quién le incitaba a eso pero no encontró a nadie más que a su hermano y sabía que nunca le diría que atacara a su propio padre.
-¿A qué esperas? … ¡Ataca!- Repitió la misma voz
-¡No! ¡Calla! ¿Quién eres? ¡Sal de dónde estés!-
Su padre le miró extrañado ¿con quién hablaba ahora?. Entonces recordó que no era la primera vez que lo hacía pero la última vez que le pasó era un niño.
-¿Qué pasa, ya te has olvidado de mí?... Soy tu amigo Ragik- La voz contestó y sintió cómo esa fuerza extraña se hacía con su cuerpo.
El padre de Ragnar aprovechó el desconcierto del joven para irse de nuevo a la tarea pero la mano de Ragnar se lo impidió. Esta vez su mirada era diferente, estaba enfadado y se nota en esos ojos azules.
Su padre se soltó y no le hizo caso, entonces Ragnar atacó, pero su padre pudo evitarlo de una patada en el estómago.
Ragnar estaba en el suelo y pudo ver cómo se alejaba. Se levantó rápidamente y volvió al ataque, esta vez, transformado en su forma felina. Ese ataque no lo logró evitar y de pronto se vio en el suelo tumbado con un joven tigre sobre él que le amenazaba de muerte.
-¿Qué haces? ¡Para! Lo vas a matar- Ragnar continuaba peleando con aquella fuerza que lo poseía.
-Jajaja … De eso se trata- Dijo diabólicamente la voz.
El padre aprovechó aquel despiste para zafarse de su hijo y una vez transformado él también, fue él quien inició esta vez. Tras varios ataques peligroso por ambas partes, el veterano cazador alcanzó a su hijo dando un zarpazo en el ojo. Ragnar cayó al suelo doliéndose de la herida. A punto estaba el cazador de acabar con su hijo cuando de repente una luz blanca los cegó.
Empezó a ver una serie de imágenes a las que no le encontraba el sentido ni recordaba si habían ocurrido.
Al abrir los ojos halló en una celda junto a otras personas a las que no había visto en la vida. No entendía lo que estaba pasando, no sabía dónde había ido su familia ni dónde estaba él. Entonces entró una mujer vestida de blanco que irradiaba energía. Estaba acompañada por otros hombres a los que tampoco había visto nunca, pero sabía que ella era la Suma Sacerdotisa Real.
La mujer hizo aparecer una mesa de la nada y les invitó a tomar asiento y comer un poco a lo que aceptó encantado. Luego, les explicó por qué estaba allí y pudo ver cómo la muchacha que estaba sentada a su lado se levantó en seguida para aceptar la petición de la Sacerdotisa Floryel. Después de eso, dos hombre sentados a la mesa también se levantaron y se dirigieron hacia un muro cada uno para conseguir el mismo resultado,estamparse contra el mismo.
Ragnar se quedó pensativo un momento. Si todo lo que había dicho la sacerdotisa era cierto, aquellas imágenes que había visto eran verdad, y el motivo de que “su padre” fuera ahora de esa forma.
Se levantó lentamente y junto a una reverencia añadió - Yo le seguiré.Mi familia le ha sido fiel al rey siempre. Si lo que ha dicho es cierto, hacer esto es lo correcto para el reino y para el rey.- Y sin añadir nada más, inclinó la cabeza en señal de pequeña reverencia y se sentó de nuevo para terminar de comer.
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